Hablando con Alejandra, otra itinerante, salió el tema de cómo cambian las relaciones con la gente (amigos, familia, conocidos)
Sí, sucede a veces que cuando tu vida cambia, cuando avanzás un escalón, cuando dejás atrás una relación poco saludable, cuando lográs ganarle a una adicción, cuando conseguiste un buen trabajo… cuando te recibís… cuando dejas tu país para emprender la aventura de ser inmigrante… ciertas personas de tu entorno se alejan. O, si no se alejan, lo que es peor, es que a veces te son hostiles, te atacan. Así, por debajo, como quien no quiere la cosa. Casi imperceptiblemente, pero lo suficiente como para que sientas que algo en la relación ha cambiado. Que ya no te tratan de la misma manera. Y muchas veces lo dudás, hasta te cuesta expresarlo, pero sentís que te agreden, te critican… quizá sientas el aguijonazo de alguna pequeña bromita irónica que no te arriesgás a calificar de agresiva pero que está ahí… recordándote que algo está pasando, que no sabés qué ni cómo… Pero que la cosa, es con vos.
Definitivamente, es con vos. Y no sabés qué hiciste para merecerlo. No podés explicarte tampoco lo que está pasando con el otro, justamente con “X” con quien la relación siempre estuvo bien y…
Es muy probable que no sea idea tuya. La primera vez, pasa. La segunda… pero muchas veces las sensaciones se suman y te convencés: algo cambió. Pero qué y por qué?
Para tranquilizarnos, para creer que manejamos nuestro entorno, que no estamos tan absolutamente a merced de los vaivenes de las circunstancias, los seres humanos necesitamos crearnos una representación del mundo que nos rodea. Nos creamos ideas, visiones que nos explican, que nos ayudan a pensar quienes somos nosotros y quienes “los otros”. Cuál es nuestro mundo y cómo es el ajeno. Andamos por la vida chequeando lo que los otros hacen para saber si nuestro rumbo es el correcto. Si mejoramos en nuestro “mirarnos al espejo”, necesitaremos menos de ese “chequeo” permanente, por arriba del hombro, a ver qué está haciendo el otro. Pero en algún rinconcito de nuestro ser, algo de eso hay.
Necesitamos, también, jugar las escenas de nuestras vidas en un teatro conocido. Queremos saber el guión y cuáles son los roles de los otros actores. Y si en el reparto de roles, a mí me tocó el del exitoso (por decir algo), es necesario que en mi escena… haya algún otro que sea el perdedor, así en el chequeo de los roles, sabré cual es la crucecita del piso que me marca dónde debo colocarme para que empiece la función.
Si de pronto, el perdedor cambia de juego, si de repente su discurso es otro… esto puede confundirme. Ya no sabré cómo tratarlo. No sabré cómo tratarme. No sabré quién soy.
A todos nos cuesta cambiar, pero para algunos… los cambios los hacen sentir verdaderamente en peligro.
Hay personas cuyo interior está en algún sentido un poquito débil. No pueden aceptar con alegría los cambios en los demás. Si a ellos mismos les cuesta demasiado cambiar, recibirán tus vientos de cambio con mucha incomodidad. Si algo en tu vida y tu imagen les hace preguntarse sobre sí mismos y en la comparación su propia estima les dicta que “salen perdiendo”… podrán atacarte o alejarse.
A veces, es mejor esto último.
Hasta la próxima!
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Amigos especiales de la casa
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