Importante

A partir de ahora, la nueva dirección para contactar con

Itinerantes,
Psicología, cultura y migración

es:



http://psicologiaymigracion.blogspot.com/

Este blog en extincion queda funcionando solo como botella al mar.


Y por qué?


Porque...



No hubo forma de configurar la plantilla del blog para que pudiera ser leído por todos los que usan otro navegador distinto de Internet Explorer.
Teniendo en cuenta que cada vez son más las personas que usan otros exploradores, Mozilla Firefox, por ejemplo,
valió la pena tomarnos todo el trabajo de reconfigurar el blog.

Pronto tendremos que hacer bastante de ese trabajo de nuevo cuando quede en funciones mi pagina web... pero mientras tanto, con el cuaderno más o menos pasado en limpio, podremos empezar a actualizar. Tengo muchas cosas en carpeta para publicar asi que... iran llegando en los proximos dias y horas!!

Si quieren asegurar la suscripcion a las novedades... envien un mail a
titeresyteatroespontaneo@gmail.com

Nos "vemos"...

Estas arenas cálidas

agradeceran tu marca

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Dejando tu huella

Amigos especiales de la casa

sábado, 29 de diciembre de 2007

Mensaje para el 2008

En alta velocidad, la vida pasa sin detalles.

Detenerse a mirar las cosas puede abrir los ojos y la emoción a nuevos mundos

Deténgase.
Miren


Huelan


Saboreen

Quieran
Deseen
Obtengan


Deténganse



Disfruten



Deténganse
Disfruten



Disfruten
Deténganse

Recuerden que están vivos.
Recuerden que nunca sabremos cuánto.

La diferencia se encuentra en el detalle.

Deténganse…


Disfruten…

Y tengan cuidado al brindar





Felíz 2008 para todos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

viernes, 28 de diciembre de 2007

Boxing day

Mientras acompañaba a mi hija a la experiencia del “Boxing Day” (aunque sus motivos eran muchos más pragmáticos que aquellos de la investigación sociológica) me preguntaba sobre el origen de esta costumbre que contempla reservar el día 26 de diciembre para que los negocios abran sus puertas ofreciendo artículos con importantes descuentos.
La información que encontré sobre la historia del “Boxing Day” habla del feriado británico dedicado al fútbol. También existe el antecedente de ser el día de asueto que se les daba a los sirvientes después de Navidad, en el cual se les permitía ir a visitar a sus familias, llevando tanto las cajas de regalos como las cajas con las sobras de los banquetes.
“También el 26 las iglesias abrían los boxes de limosnas destinadas a los pobres y los aprendices de todos los artesanos del reino visitaban a los clientes, con cajas para recoger las "ayuditas".
Ya con eso solo como historia, no darían ganas de ir. Soy una convencida de que las palabras que usamos son absolutamente pertinentes por muy caprichosa que sea la lengua, porque por algo las usamos así y no de otra manera. Y también noto que las palabras que usamos condicionan como nos sentimos respecto de un hecho. Nunca se me había ocurrido buscar el origen del “Boxing Day”. El año pasado, por ejemplo, acababa de llegar y tenía tan poco resto para el stress de salir a hacer compras (con tantas variables nuevas que había que considerar), que decidí hacer como Diógenes, el filósofo que amaba recorrer los mercados para alegrarse de constatar cuántas cosas NO necesitaba. Solo que en mi caso, decidí adoptar la filosofía diogenística pero en casa.
Las hiperinflaciones de Argentina me habían dejado un retrogusto amargo: cuántos changos dejados en la esquina de una góndola del supermercado me habían sido literalmente “saqueados” frente a mis propias narices por gente que se apresuraba a acumular, no ya harina, aceite, fideos, tomates… arvejas… no sé, lo básico, aun ante la muy discutible fantasía de que todo aumentaría tanto que todos moriríamos de inanición, sino que lo que terminaba siendo saqueado era cualquier cosa, lo que hubiera en mi chango, desde dentífrico hasta limpiavidrios, pasando por cera para pisos o cajas para guardar casetes.* Uno podría preguntarse cuán operativas serían esas compras en un caso de real necesidad. También preguntarse si la memoria ancestral de las guerras que sufrieron nuestros europeos antepasados inmigrantes en Argentina podía condicionar semejantes compras compulsivas. La experiencia de mi país y porque soy un poquito paranoica tambien (o tal vez no?) me hace asociar el “boxing day” como el famoso pan y circo romano. Tendremos el gen humano de la manipulabilidad?. Y ya sea por la adrenalina que genera el ganarle de mano al de al lado, o desarrollar una logística más exitosa que el que llegó tarde sin haberse estudiado la circular, o por ahorrarse unos dineros que habremos gastado de todos modos de otras maneras…el disparador funciona, produciendonos una ansiedad tan real como el mejor video game. El caso es que el gran sistema del consumo sigue moviendonos los hilos desde arriba. Y no me vengan con que ustedes no!! Todos estamos inmersos, de alguna ignota manera, como con el aire que respiramos. Estamos todos contagiados!!
De todos modos, pensando en lo que nos sugieren las palabras, mientras a la hora señalada los negocios abrían sus puertas dejando pasar a “la foule”, yo tenía en mi interior la imagen del “Boxitracio” con sus infaltables guantes de box. (No piensen que soy vieja… lo vi en el canal “Volver”).
Ante lo inevitable, como decía Confucio, relájate y goza. Que aquí podría traducirse como “Bon magazinage!!!!!” o “Good buy”, según nos saludan los carteles en el Aeropuerto de Montreal.


Y ustedes, ¿qué se compraron?

* Después de esta frase, Linda, mi profesora de francés escrito II se explicaría por que a los hispanoparlantes nos cuestan tanto las frases cortas y no olvidar de poner el sujeto en cada oración. Tampoco aprobaría mi redacción: « introduction avec sujet amené, sujet posé, sujet divisé. Trois paragraphes et conclusion. Sinon, vous aurez perdre des points ! »

jueves, 27 de diciembre de 2007

Distintas miradas sobre el aborto

¿Cómo se trata el tema del aborto en la sociedad argentina respecto de la sociedad quebequense?
Para darse una idea de hasta que punto se puede llegar a extremos absurdos decidí incluir dos materiales. En el primer caso, un texto publicado en la Blog de un Colectivo de la Cátedra de Psicología Preventiva de la Universidad de Buenos Aires. Aquí se muestra de qué manera una jueza ha impedido a una mujer que pueda disponer que se practique el aborto a su hija menor de edad, discapacitada mental, embarazada a consecuencia de una violación.
Otra mirada muy distinta, entonces, la realidad que observo en la película quebequense “Familia” (Louise Archambault, 2005). Esta película trata sobre las relaciones complejas entre dos madres en la cuarentena con sus hijas adolescentes.


Es a la vez una especie de cóctel donde podemos encontrar un traguito de todo, como recordándonos un “Septimo Regimiento” que podría dejar de cama al más pintado: aborto, adulterio, adicción al juego, hipersexualización en la adolescencia.
Michèle (Sylvie Moreau) es una profesora de aeróbics con una hija adolescente a la que deja bastante sola. Michèle es explosiva, adicta al juego, inestable. Abandona a su pareja que se niega a seguir soportando sus deudas de juego y parte con su hija Marguerite a buscar donde dormir. Cae imponiendo su presencia en la casa de Janine, una antigua amiga de la infancia. decoradora de interiores, con una vida tan organizada que parece necesitar el peso fuerte de Michèle hacia el otro costado para equilibrarse y no caerse del mapa.
En la manera en que trata de ayudar a su amiga, Janine (Macha Grenon) aparece como una ingenua. Uno podría preguntarse cómo no se da cuenta que Michèle la va a invadir y alterar su mundo. ¿Ingenuidad? Tal vez necesite esa brecha, ese refugio, también ella. Otra forma de ver el mundo que la ayude a descubrir la hilacha que anuncia los jirones existentes en su vida.

En las dos críticas quebequenses de esta película uno puede toparse con varias referencias a la cuestión de los hombres como ausentes (por supuestos recortes presupuestarios que no evitan preguntarse sobre las segundas intenciones de la directora). Y hay planteos sobre la amistad y la reconstrucción del vínculo de cada mujer con su madre y el que podrán construir, luego con sus hijas.
Sin embargo, mi mirada latinoamericana recae sobre una realidad que parece no ser tenida en cuenta en estas críticas, tal vez porque no forme parte de las preguntas que se hace la sociedad quebequense: ¿está bien, es operativo y saludable que una chica de catorce años pueda hacerse un aborto sin que tenga siquiera que estar enterada su madre? ¿Está en condiciones una chica de esa edad de pasar por ese trance sola, por mucha contención psicológica de hospital que pueda tener? Estoy usando los términos “contención psicológica de hospital” porque un abordaje psicológico del trance del aborto en una adolescente debería salir de las cuatro paredes de la consulta individual como un trámite en el hospital y abrir el espacio de trabajo con la familia para ayudarles a establecer los vínculos de cuidado y autocuidado en los que están haciendo agua…
Algo pasa para que suceda tanto aborto en un sistema de salud que brinda gratuitamente todas las facilidades para la anticoncepción.
Mi médico de la Universidad con quien discutí en parte este tema, me sacó de memoria no recuerdo qué estadísticas que mostraban que con las últimas campañas de prevención se habían reducido a su mínima expresión, en los últimos dos años, los casos de embarazos no deseados y de SIDA en estudiantes universitarias. Así y todo, lo que se logre en esa franja poblacional no contesta la pregunta.

Propuse la comparación con la realidad argentina en principio. Y si tomáramos las realidades colombianas, mexicanas, peruanas, y de tantos otros lugares de Latinoamérica?
Me animo a anticipar que el impacto sería mucho más pronunciado. Y esto explica en parte las dificultades de adaptación que pueden tener las distintas culturas. Un joven de 20 años que había venido de Colombia con su hermana de 14 años me preguntaba: “Como hace uno aquí para cuidar la virginidad de esta niña? Ella ve a las otras y ya no me escucha…”.
Hace falta proyectar las diferentes visiones de las distintas culturas para comprender el shock de este joven, a quien sus padres que quedaron en Colombia, pusieron a cargo de cuidar de su hermana. Particularidades sociales que van generando una amplia brecha entre sociedades que coexisten muchas veces como las vías de un tren. Aunque estas, como paralelas que nunca se tocan, al menos van para el mismo lado.

Factores de éxito



Richard St. John nos cuenta que existe una secuencia de 8 factores importantes para lograr el éxito en cualquier emprendimiento:

La idea, el desarrollo, el objetivo de que sea útil a otros, la persistencia, la pasión, el focalizarse en el trabajo. Y finalmente, el empuje. Es natural hacer las cosas cuando tenemos ganas. Sin embargo, es necesario empujarse a uno mismo cuando esas ganas iniciales faltan.
En un video de tres minutos –que antes había incluido y que ahora no logro “pegar”, Richard decía que hacía falta una madre. Cada vez que el no tenía ganas de hacer algo, su madre “lo empujaba”.
(Será ésa la sensación de mi hijo cuando se dirige a tomar una ducha? O ya lo habrá “internalizado”?

Nueva "Sección"

Doy más y más vueltas con el formato de esta blog.
O tal vez será simplemente que según van pasando los días y los posts, se me ocurren otras formas en las que aprovechar mejor los contenidos.
Ahora quise cambiar algunos elementos que tenía fijos en el encabezado y agruparlos en esta etiqueta de “Comprimidos Motivacionales”.

Muchas personas tienen mucha confianza en los medicamentos inclusive para aquellas situaciones que pueden mejorarse prescindiendo de ellos.
Pero yo soy de la idea que uno puede instalar su propia fábrica de endorfinas y recurrir a un nuevo "comprimido" cuando hace falta.
Bajo esta etiqueta iré agrupando todas aquellas ideas que vale la pena “propagar”. Algunas están en inglés. Desde ya, les agradezco aquellos "comprimidos" que quieran aportar.

Cine y Psicología

De pronto me di cuenta que tenía muchas cosas para contar que se habían generado a partir de una película.
Eso me recordó que desde siempre el cine me había servido como fuente de “escenas” que me ayudan a explicarme mejor. A mis 22 años empecé a estudiar psicología y para profundizar mi auto conocimiento frente a tan comprometida tarea, empecé una terapia con Catalina. Excelente profesional (si necesitan una psicóloga en Buenos Aires, Capital, escríbanme) fue mi primera maestra ayudándome a experimentar “en carne propia” que es posible avanzar increíblemente en una terapia también utilizando el humor. Muchas veces yo intentaba apoyar mi relato con alguna escena de un film y le comentaba a Catalina: Es tal cual como esa escena de la película “abcdef”, la viste? Y ella, invariablemente, me contestaba: “No… ¿Qué había en esa escena?”. Yo me iba bastante frustrada considerando que Catalina me encantaba como psicóloga pero la verdad...tenía un gran atraso fílmico. Podía disculparla un poco porque sabía que tenía hijos pequeños. Quizá no tuviera suegra, madre o vecinas que la suplantaran y le dejaran tiempo para ir al cine. Tal vez peor, y ni siquiera tenía un video reproductor en su casa.
Para cuando tuve yo misma suficiente experiencia como psicoterapeuta, empecé a explicarme que tal vez su “no”, quería decir otra cosa. Quizá no era muy importante que ella hubiera visto la película o no. Lo más importante era que yo pudiera usar mis propias palabras para describirle la escena.

De todos modos… dejando aparte cuánto sirve el cine para la psicoterapia, lo interesante es que entretiene, forma e informa, ayuda a pensar… y si tenemos suerte, nos conecta con nuestras emociones. Y si sabemos elegir… también aprenderemos algo. (Aunque mi amiga Alejandra, profesora universitaria, me grite su “Pero yo me preguntoooooooooo… ¿Siempre hay que estar aprendiendo algooooooo? O no puede ser que una se distienda un poco con la teeeeeeeeeleeeeee????”)

Todo esto para contar que inauguro con este post una serie de “entregas” sobre las películas que me inspiran algo para comentar…
Y desde ya… A recomendar ustedes también sus películas! Los espero!

domingo, 16 de diciembre de 2007

Photoshop, dibujo y arte-terapia

Desde el invierno pasado he venido cursando un certificado de Artes Visuales en la Universidad de Sherbrooke, que ya estoy casi por terminar. Es el único “papelillo” que me haría falta para que reconozcan en Québec mi experiencia como arte-terapeuta. He venido disfrutando de los distintos cursos de este certificado con la curiosidad de quien se reencuentra con viejos compañeros de juegos de infancia: mis horas de dibujo y de pintura al óleo de cuando era niña. O los ejercicios de modelado o de recortar papeles. De todos modos, son compañeros de juegos que nunca abandoné del todo ya que siendo psicodramatista, y trabajando con títeres y con técnicas expresivas no hay modo de dejar de conectarse con el juego y con los recursos plásticos (por muy crecida y doctora que una sea). Sin embargo, hay dos áreas en las que me he venido maravillando y divirtiendo en grande, con la sorpresa y el entusiasmo de estar transitando un camino nuevo, desconocido, un camino que jamás creí que iba a tener el tiempo de recorrer: la fotografía y el arte digital. De estos “pininos” que he venido haciendo en estas artes les iré compartiendo pequeños fragmentos. Uno de ellos es, por ejemplo, la foto de la cabecera: ahí me doy el gusto de traer con el maravilloso poder de la imaginación (y un poquito de photoshop, admitámoslo…) al porteñísimo obelisco de Buenos Aires mientras voy arribando a Montreal cruzando un congestionado Pont Champlain.
Pero lo mío es apenas un pequeño ensayo, porque aquí tenemos a una verdadera profesional, nuestra amiga Andrea, diseñadora gráfica y una verdadera especialista en el arte del Photoshop. Yo les recomiendo a todos que contraten sus servicios ya que en definitiva puede salirles muuuuuy barato. Por ejemplo, ¿ustedes saben lo bien que Andrea podría acondicionar su vestimenta? No se imaginan cuanto ahorrarían! Ustedes podrían ir vestidos con ropa que consigan en el Ejército de Salvación. Y Andrea luego les modificaría las fotos quedando como recién salidas de las mejores casas de diseño de Montreal, New York, o París. Otra forma : su fiesta de casamiento, 15 años o graduación: imaginen el ahorro que harían en mantelería, en catering… (¡Y ni hablemos del ahorro calórico!) Ustedes podrían poner sobre la mesa una simple ensaladita, pero después Andrea les crearía un servicio cinco tenedores a medida!
Y el lujo mayor: reemplace a su familia!!!!! Basta de pasar papelones con esa tía desarreglada y con cara de chusma!! ¿Le parece que su marido está panzón???? Pídale a Andrea una pequeña modificación y las fotos de su fiesta harán un mejor papel!!!
Andrea les puede enviar el trabajo terminado a vuelta de correo electrónico. (A los que necesiten, les hago el contacto y no les cobro ninguna comisión).

Esta vez va en serio (podré?):
El trabajo de photoshop, la fotografía y el cine tienen amplísimas aplicaciones en psicología. Lo iremos viendo luego.
Pero aún las aplicaciones del simple pincel, la pintura, el collage de papel, la pasta de modelar… una simple hoja de papel y unos lápices pueden obrar maravillas.
¿Cómo?

En un post aparte voy a explicar un poco qué es la Arte-Terapia y como trabajan los arte-terapeutas en diferentes países.
Pero ahora les quiero contar una experiencia mía profesional. Ha sido para mí una vivencia tan clara y tan fuerte que cada vez que la cuento me dan escalofríos. Y eso que ya han pasado… a ver cuándo fue? Ehhhh, 1996… Glup, más de diez años! Es más, van a hacer como doce!! Bueno, pero me conservo bien, eh??
En esas épocas de mi vida, mi trabajo estaba muy orientado hacia los pacientes con cuadros serios como la esquizofrenia, la depresión grave, la paranoia… Trabajaba en el hospital Borda, en una clínica psiquiátrica privada, donde los pacientes permanecían internados por largos períodos (algunos de manera crónica) y también un Centro de Día (la forma de tratamiento más común aquí en Québec) donde los pacientes asisten diariamente durante varias horas en distintas terapias y actividades pero luego, regresan a sus casas. Yo coordinaba un grupo de seis pacientes con diferentes técnicas, otras formas de terapia además de la verbal. En el grupo había una paciente a la que llamaré “Anita” para preservar su identidad. Anita tenía cerca de cuarenta años y sufría de una forma de esquizofrenia desde la adolescencia. Se manejaba de una manera bastante “normal” en diversas áreas en buena parte del tiempo, si se descuenta que rara vez podía hablar de sí misma y encontraba casi imposible expresar nada que tuviera que ver con lo emocional. Todo su discurso era “racional”. Tenía etapas donde “se iba” a algún lugar en el interior de sí misma y también se iba, literalmente, desapareciendo de su casa por largos períodos. Esos tiempos eran muy difíciles: dejaba de tomar su medicación, nadie podía controlarla, su familia no sabía donde estaba. Vivía de manera promiscua y había tenido ya muchos abortos, los tres últimos habían puesto en peligro su vida.
En la época en la que asistía al centro estaba bastante “tranquila” pero le costaba mucho pensar, conversar, tratar algún tema que tuviera que ver con su enfermedad. Y de esta manera tampoco podía dejarse ayudar para diseñar estrategias respecto de su vida.
Una tarde le propuse al grupo donde estaba Anita trabajar con un dibujo grupal. Se trataba de un gran desafío (no lo recomiendo si no se tiene un muy buen manejo de grupos y además, un conocimiento del momento particular del grupo en cuestión) ya que pondría en juego la capacidad de cada uno para estar con los otros, para dejar espacio, para tomar espacio en el grupo y para aceptar su ayuda. Pusimos una hoja de gran tamaño sobre el piso de madera y todos se sentaron a su alrededor en almohadones. Para trabajar solo tenían lápices de colores. La consigna los invitaba a elegir una parte del papel sobre la cual trabajar, hacer un dibujo, el que quisieran. Una vez terminado ese dibujo, a mi indicación, la hoja rotaría y cada uno tendría frente a sí el dibujo de otro compañero, el cual podría continuar, completar, o dejar como estaba. La consigna les recordaba esto de poder ponerse “en los zapatos del otro” ya que si bien cada uno tendría “vía libre” para trabajar sobre el dibujo del compañero, también sabrían que –al mismo tiempo- otro estaría haciendo eso mismo con su trabajo. El juego en si mismo nos proponía el desafío de aprender a estar con los otros y respetar los espacios de todos.
Anita se conectó con la tarea con total concentración: dibujó una rama de árbol sobre el cual ubicó un nido y dentro de él, tres huevos. Cuando llegó el momento de rotar la hoja al compañero siguiente, se concentró también en trabajar sobre partes del dibujo de su compañero. Mientras, otro de sus compañeros al que llamaré José, comenzó a completar la base del nido en el dibujo de Anita. José dibujó con otro color varias líneas que representaban un manojo de hierbas entre el nido y la rama. Al terminar la ronda de dibujos, cada uno podía expresar cómo se había sentido. José explicó el agregado que había hecho en el dibujo de Anita, más o menos con estas palabras: “bueno, yo decidí dibujarle unas hierbas porque me pareció que el nido estaba en el aire y que en cualquier momento se podía caer, así que le pinté las hierbas para sostenerlo mejor… para darle un poco más de base”. Todos los participantes verbalizaban de manera similar como se habían sentido y qué partes habían querido agregar en los dibujos. La sesión de trabajo terminó sin mayores detalles.
La semana siguiente, al comenzar el trabajo del grupo, Anita anunció que tenía que decirnos algo: por primera vez, con la voz trémula de emoción y hablando de sí misma nos contó que había conversado con su hermana pidiéndole que le ayudara a ver al médico para que le ligaran las trompas. Dijo que había entendido que no estaba en condiciones de cuidar de si misma y que cuando José completó su dibujo ella se había dado cuenta que ese nido eran sus tres abortos, los últimos que casi la llevaban a la muerte. Muchas cosas más podrían ocurrirle pero no dejaría que esto volviera a suceder.

Tal vez no lleguen a medir lo que esta experiencia supone para una persona cuya psiquis está tan dividida que no puede asociar un hecho con una emoción o una causa con una circunstancia determinada. Para esta paciente esa posibilidad de reflexión era casi cercana a lo “imposible”. ¿Qué logró en Anita lo que tantas sesiones “habladas” no lograron?
Lo que se logró fue una síntesis. Un atajo. Un camino nuevo que unió una escena con una situación. Un nido que se tambalea con alguien que puede ayudar a dar un sostén, una base. José dibujó para Anita una línea de apoyo donde Anita construyó un nuevo camino.

Una imagen construye una metáfora. Y con los recursos que nos aporta la arte-terapia podemos armar puentes y dibujar nuevas puertas en los laberintos.
Sin photoshop. Solamente con los tesoros que albergan nuestras mentes y nuestras emociones y la ayuda de otro que nos presta su sostén.

Hasta la próxima!

sábado, 1 de diciembre de 2007

Dejarse llevar

Las veces en mi vida que me he quedado más contenta con el resultado de un trabajo: sea un artículo escrito, sea la creación de una nueva técnica de trabajo han sido esas veces donde me he concentrado de manera total en la tarea y al cabo de muy poco tiempo, tal vez minutos, tal vez una hora, como máximo, el resultado de la tarea me ha mirado desde el papel o desde mi mesa de trabajo sorprendiéndome con su completud y su originalidad, casi como si fuera creación de alguien distinto de mí.
Tengo un amigo que dirige desde hace años una revista de temas grupales que me contaba que se nota en los artículos que recibe cuando los mismos son el resultado de una inspiración de un momento, están escritos de un tirón, con una fluidez que se nota en la lectura. Uno atraviesa las líneas y el texto lo lleva a uno como montado en una alfombra mágica. Otros textos son precisos y a la vez, entrecortados… están bien escritos pero se les nota, no se sabe bien cómo, que fueron muy trabajados… muy leídos y releídos y corregidos.
Se me ocurre que la diferencia tiene que ver con esos momentos que llamamos “de inspiración” o “de trabajo”. La inspiración, la visita de las musas, es como un viaje a otro mundo donde las cosas salen solas, casi llevadas por sí mismas, encadenándose en un devenir lógico, fácil y necesario. A todos nos ha pasado en algún área. Esa materia que uno no siente haber “estudiado”, ese trabajo que salió rápido, sencillo, sin complicaciones. Esa habilidad “innata” para algo que es tan disfrutable y que no nos cuesta nada de trabajo. Uno se queda con cierta nostalgia de las veces que ese estado de gracia nos elige como sujetos de creación y luego parte, raudamente para colarse por las ventanas de otras moradas. Muchas veces deseamos capturar a las musas, encerrarlas en el placard para poder sacarlas y hacerlas trabajar a voluntad. Pero nuestros cajones no tienen llaves, o las musas son etéreas y se nos escabullen. Y nos quedamos siempre trabajando, al borde del estado de gracia. O lo que es peor aún, paralizados frente a la página en blanco, frente al escritorio o la computadora o frente al plano y las herramientas.
En estos casos, no encuentro nada mejor que “dejarse llevar”. Interrumpir el pensamiento crítico, desprenderse de las reglas y las convenciones aunque sea por ese mismo momento. Dejar fluir, dejar salir, soltar, juntar, multiplicar, probar, atreverse, dejarse “ser”. Ya vendrán los momentos de dar forma, de “emprolijar”, de hacer que el resultado “se ajuste a la consigna”.

Pero a veces hay que escucharse, tal vez dejar que los minutos pasen y poder estar atentos a “el momento”. En psicoanálisis uno podría llamarlo “atención flotante”, una forma de escucha a un transcurrir, a una línea, a un recorrido, que de pronto, en el instante preciso, encenderá los carteles luminosos y mostrará esos mojones que gritan “Aquí!!!”.
Tal vez se deba a que el material del que están hechas las nuevas ideas forma parte de un tejido espeso y denso, o frágil y liviano, según la trama del momento, armado con los hilos que conectan ideas de otros tiempos con el presente, con lo por-venir. Y también con lo que nunca será.
La creación es también la celda de algunos torturados que no pueden hacer otra cosa que dejarse atrapar por una imperiosa exigencia intima que no pueden controlar: la emergencia de algo que no les pertenece del todo, algo para lo que son canales receptivos que no pueden negarse a prestarse como carne de creación.

Es por eso que tratamos de encontrarnos con otros y en mundanas “tormentas de ideas” queremos capturar el germen de la creación aunque sea en estos sinérgicos encuentros de trabajo grupal. El tejido complejo de las ideas posibles e imposibles, presentes y pasadas, futuras e inaplicables, locas o revolucionarias es más soportable cuando hay muchos que sostienen sus bordes. La creatividad nos visita más fácil cuando la esperamos “en patota”.
Tal vez sea porque la creatividad se enseñorea de nuestros momentos, nos captura y nos saca de la norma. Nos obliga a caminar por los bordes, esos donde la soledad pesa y no tenemos la seguridad de compararnos para saber si estamos transitando el camino correcto.

O tal vez (y en parte por eso me gustan tanto los grupos) el todo es siempre mucho más que la suma de sus partes.