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Este blog en extincion queda funcionando solo como botella al mar.
Y por qué?
Porque...
No hubo forma de configurar la plantilla del blog para que pudiera ser leído por todos los que usan otro navegador distinto de Internet Explorer. Teniendo en cuenta que cada vez son más las personas que usan otros exploradores, Mozilla Firefox, por ejemplo, valió la pena tomarnos todo el trabajo de reconfigurar el blog.
Pronto tendremos que hacer bastante de ese trabajo de nuevo cuando quede en funciones mi pagina web... pero mientras tanto, con el cuaderno más o menos pasado en limpio, podremos empezar a actualizar. Tengo muchas cosas en carpeta para publicar asi que... iran llegando en los proximos dias y horas!!
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-Hace mucho tiempo que está radicado en Brasil. ¿Qué lo llevó a tomar esa decisión?
-Yo fui lo que pasé a llamar un psicoargonauta, analista en la Diáspora. Dejé Bs.As. en 1974, después de la muerte de Perón, por motivos de miedo, ya que ser presidente de Plataforma involucraba riesgo. Fue, casi diría, por necesidad. Luego me quedé en Bahía porque sé reconocer el paraíso cuando lo encuentro.
Llego sola, casi como si me colara a último momento en el grupo reunido alrededor de un joven de no más de 22 años que parece ser el guía. Mientras me acerco, los escucho comentar. Estamos en el garaje de piso de piedra y rodeado de murales de piedra de la Casa Azul de Coyoacan, México, la casa natal de Frida Khalo. Llego sola y apurada, sobre la hora después de haber perdido un poco el rumbo en la plaza central de Coyoacán. En México parece que a todas las plazas centrales se las llama “Zócalo”. Todavía resuenan en mis oídos las respuestas a mis preguntas de cómo llegar: y antes de la respuesta casi resignada, una pregunta sorprendida: “Pero cómo? Va ir sola? Otro “parece”: parece que en México alguna gente se sorprende si una mujer viaja sola... Estoy en un intermedio entre talleres y conferencias, un día de escapada entre actividades con dos grupos distintos durante diez días en el Distrito Federal. Poco tiempo para visitar otros lugares. “Pero la casa de Frida Khalo, ésa, no la puede perder”. Me voy en un “escarabajo” blanco y verde, preguntándome si será de los taxis “oficiales” o no. Estamos en 2001, mucha gente me avisa que tenga cuidado con los taxis. ¿Cómo reconocerlos? -pregunto- “Sólo si los llama desde su casa” me cuentan.
Pasaron muchos años y me detengo a pensar que debí contar esta historia antes, ponerla en palabras. La relaté verbalmente en dos ocasiones, creo. Siempre me volvió a dar escalofríos. Y me debía esta historia.
El hall de entrada de la Casa Azul tiene una hermosa lámpara colgante en forma de estrella. Y hay esqueletos en papel maché –típicos, me dicen- de los que no puedo sacar fotos. Nada en la casa puede fotografiarse. El guía está contándole al grupo de gente que es allí en el garaje, donde Diego Rivera hizo sus murales de piedra, donde comienza la visita. Iremos atravesando las habitaciones de la casa y podremos preguntar lo que queramos. Al ir parando en distintos lugares el guía nos irá haciendo una historia más amplia. Me sumo al grupo, no traje nada, ni mi cuaderno de notas ni mi lapicera. Y voy mirando todo con interés. Hasta ese momento, aunque parezca mentira, no sé absolutamente nada de la pintora mexicana. Siguiendo al grupo vamos aproximándonos a su dormitorio. Hace un clima agradable, estamos a comienzos de la primavera mexicana. Yo vengo de dejar el verano porteño (y mientras lo escribo recuerdo la música de Piazzolla) y entonces no puedo creerme que México acaba de dejar el invierno. Qué clase de invierno tendrá esta gente? Es un misterio. Los veo por la calle con una campera liviana y yo voy en remera, el buzo en la mano, todo el tiempo molestando, o atado a la cintura. Es uno de mis primeros viajes y la verdad, aún no he aprendido a simplificar con la vestimenta y las cosas a llevar en la mano. Dentro de la casa está fresco y sin embargo, yo comienzo a sentirme acalorada. De pronto empiezo a vivir algo extraño: a mí que me cuesta muchísimo descubrirme el pulso y que sólo agitada puedo lograrlo, siento de una manera muy clara los latidos de mi sangre, en mis sienes, en el cuello… detrás de las rodillas. Mi sangre circular, caliente, como nunca la sentí. El guía está mostrándonos la cama donde Frida pasó tantos meses y meses de su vida, boca arriba, pintando, envuelta en su corsé de yeso, dibujando su diario, pintando, escribiendo su diario. Años de operaciones y nuevamente, años de convalescencia en esta pieza de donde Diego la sacaba levantándola en brazos. No acierto a explicarme la revolución de mi sangre pero soy cada vez más consciente de su torrente. Y cuando vamos pasando de a uno hacia el taller, contiguo al dormitorio, ese mágico lugar totalmente vidriado con vista al maravilloso jardín-selva con sonido de pájaros… ya es el aire que circula por mi nariz, que se pierde dentro de mi torax, que siento inundar mi plexo solar, mi abdomen… que vuelvo a sentir al salir caliente por mis fosas nasales, una vez más, entrar fresco a oxigenar mi sangre. Estoy sorprendida, estoy impactada por esa jugarreta de mi cuerpo. Estaría distraída con el relato, tal vez sea una casualidad.
Termina la visita, damos dinero al guía para agradecer sus historias y me voy a la casa del fondo que supo ser en su tiempo la habitación de los sirvientes, convertida ahora en pequeño-bar-librería-venta de souvenirs. No me atrevo a fumar. Por todas partes cuelgan los famosos esqueletos de papel maché, algunos con guitarra y sombrero mexicano y siempre con el infaltable pucho en la boca. Pido un café y compro un libro con la biografía de Frida. Y las páginas me van llevando y de pronto me siento su doble en el siglo XXI: pequeña niña rebelde, atraída por la protesta tras una enorme pancarta, manifestando… Y me entero de su accidente, y de las múltiples enfermedades que contrajo luego a causa del mismo. Y una frase de uno de los médicos, que desde mi formación me parece absolutamente entendible: Frida tenía un destino trágico. Y sí tuvo tragedias, pero no hubieran sido tales sin su actitud trágica, sus frecuentes infecciones… Esta melancolía que actuaba como profecía auto cumplidora… Me siento de algún modo cerca de ella, no sé cómo, no sé por qué. Así que decido volver al recorrido, el mismo que hicimos con el guía. Y la secuencia se repite: en su dormitorio bulle mi sangre, en su atelier, estoy viva, respirante… Me lleno de aire y salgo, salgo a que me pidan un taxi para volver al DF. Anochece, y antes de perderme en el bullicio de la plaza Coyoacan, donde grupos de jóvenes comienzan a reunirse para escuchar a los músicos, camino unas cuadras fotografiando la casa de Octavio Paz. Y pienso. De algún modo salí de ese lugar sabiéndome profundamente viva. Como animada por un soplo que me era extraño, sí, lo suficiente para extrañarme por su ajenidad. Y sin embargo estaba ahí para recordarme mi vida. Historia debida ésta… historia de vida… Y creo que fue allí que me abandonó mi melancolía. A veces se asoma, la miro llegar. Y vuelvo a sentir el aire que respiro. Y se va por donde vino. Es así. Nunca volví a ser la misma.
Una colega de Buenos Aires hoy escribía sobre su insomnio:
"el tema es que si no estoy lúcida y miro con mirada de vaca alienada, los pacientes van a pensar que esa cara es por lo que ellos dicen (siempre pasa)".
"Mirada de vaca? - le contesté- Acá tenemos la "mirada de perrito" que es lo que dicen unos amigos argentinos que ponen los quebecois cuando intentan entender nuestro francés: empiezan a mirarte concentrando los ojitos, mientras la cara se va aproximando al que habla y la cabeza se va inclinando hacia un lado. Qué esfuerzos que les estamos proponiendo a esta pobre gente!!"
Hoy visitando el sitio de Argentina en Casa (que recomiendo a todos los nostálgicos o simplemente a aquellos que aún no le encuentran el paso a la televisión ni al idioma del lugar donde se encuentren) me encontré con un link a otro sitio interesante que no conocía: El Portal de los argentinos en Israel.
Les hago partícipes del regalo que allí me ofrecieron, en mi caso un verdadero regalo de bienvenida:
En archivo pdf, el libro de Roberto Fontanarrosa, “El mundo ha vivido equivocado y otros cuentos”.
Hace algunos años, allá por abril del 2001, me encontré en Povoa de Varzim, Portugal con una psicóloga uruguaya, participábamos ambas de las actividades del III Congreso Iberoamericano de Psicodrama. Karina me contó que hacía años que estaba viviendo en Alemania así que estuve interiorizándome sobre el tema, preguntándole sobre cómo aceptaban los alemanes una técnica tan particular como el psicodrama. Yo, siempre curiosa, además, por los idiomas, y teniendo un poco lejanos en mi historia mis 4 años de aprendizaje de alemán, le pregunté: “Contame, Karina, y cuando querés detener la escena, como hacemos siempre, para mostrar algo particular que hemos visto durante la acción, como les decís? Ah… me dijo Karina… digo así: “Einfrieren!”
Un comercial donde aparece la humorista quebequense Lise Dion nos trae una típica escena de malestar adolescente (bien aguijoneado por esta mamá que lee el diario y no se pierde palabra de la conversación telefónica). Para quien no entienda el francés quebecois, más abajo, una elemental traducción.
Madre: Hola? Sí, un momento... Es para tí. chico: Hola? chica: Hooooolaaaa! Te molesto? chico: Nooooo, noooo, nooo... estaba haciendo la cena... (untando unas rebanadas de pan con algo que parece manteca de maní. chica: Ahhhhhhh!!! Sabes cocinar? Y qué estas haciendo? chico: Ehhhh, unas pastitas al pesto...
Madre, a las carcajadas: Aaaaaaaaaaaaaa!!! jajajajajaj, unas pastitas al pesto!!!!
Qué más nos muestra este comercial de la sociedad quebequense y los roles, masculinos y femeninos?
“La mejor literatura no es esnobista, la mejor literatura reconoce que, independiente del dinero o la posición social, la gente ama, sufre o está contenta más o menos de la misma manera. Creo que el escritor encuentra sus historias donde puede, pero en realidad son las historias que le hablan a uno. En gran medida uno no controla lo que escribe, no es usted quien elige las historias, las historias lo eligen a uno".
Si sientes la inquietud de aprender cada día Si sabes cuan lejos viajan las ideas, aunque no te desplaces ni un kilómetro. Si te atrajo acercarte a la orilla del cambio y te mojas los pies, aceptás probar y sumergirte. Nada sucede porque sí: tenemos algo que aprender los unos de los otros. Demasiado vamos ya por la vida como eternos navegantes! como islas en los mares de los tiempos. El momento es hoy. Pasá, acercate al fuego, querés un mate? Hay una guitarra… Cantemos!
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US President Franklin D. Roosevelt Forbids Hoarding of Gold (1933)
Executive Order 6102 required US citizens and businesses to turn in all but a small amount of gold to the Federal Reserve in exchange for $20.67 per ounce. It came in the midst of a banking crisis, when the stability of paper currency was in doubt. Consequently, many tried to withdraw their money and redeem it for gold, which was considered safer. However, there simply was not enough gold in the US—or the world—to cover the nation's debts. How many people were prosecuted for violating the order?More...Discuss
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