Con motivo de la visita de Mony Elkaïm esta semana en Montreal, la nota de hoy (http://www.cyberpresse.ca/) lanza la pregunta sobre cuál es el momento justo de pasaje de la adolescencia a la adultez.
Mony Elkaïm, neuropsiquiatra y profesor en Bruselas, se especializa en terapia familiar y ha venido a participar del VII Congreso Internacional de la 'ISAPP (International Society for Adolescent Psychiatry and Psychology), que tiene justamente por tema “De la adolescencia a la adultez: pasajes y transiciones”.
Señala que la sociedad tiene una necesidad de ponerle límites a la infancia pero él prefiere hablar de pasaje a la vida adulta más que en términos de edad, poniendo el acento en la cuestión de la autonomía. En tanto que el joven es dependiente de sus padres, no es un adulto. Y los adolescentes de hoy en día permanecen mucho tiempo dependiendo de sus padres.
Madeleine Gauthier, socióloga y profesora responsable del Observatoire jeunes et société, cita al sociólogo francés Olivier Galland quien desde hace años habla de una des-sincronización de los momentos de pasaje: desde hace tres o cuatro décadas se observa una prolongación de la adolescencia. Antes los ritos de pasaje eran claros: uno dejaba la casa de los padres, encontraba un empleo estable y fundaba una familia. En nuestra sociedad, en cambio, estos ritos de pasaje no se presentan necesariamente en este orden y a menudo se alargan en el tiempo. El único rito que parece conservarse como una cierta forma de poner fin a la adolescencia es el del fin de secundaria
Marc Molgat, profesor de la Escuela de Servicio Social de la Universidad de Ottawa tiene una opinión parecida: en esencia, él cree que hoy la identidad está menos asignada por la familia, los jóvenes tienen más opciones y las condiciones de vida son fuente de inquietud, pero la sociedad les permite volver sobre sus pasos si no han hecho las elecciones correctas. Hoy hay menos presión social por conservar la pareja, los jóvenes tienen una cierta pérdida de referencias pero la sociedad es más flexible.
A mí, que llego desde otra sociedad tan distinta, esto no deja de sorprenderme. En nuestros países latinos este alargamiento de la adolescencia más allá de edades aceptables nos parece tener más que ver con la dificultad de los jóvenes para insertarse laboralmente. Un mundo tan complejo y con tanta falta de opciones en el sentido de obtener la autonomía económica, tiene necesariamente que producir cierta reacción de apatía. Dicho en criollo: ¿cómo ponerle pilas a la independencia cuando los chicos miran que el camino que tienen por delante no sólo es extremadamente difícil sino incierto y muchas veces inútil?
¿Con qué argumentos podemos insistirles a nuestros hijos en la necesidad de estudiar y formarse cada vez?
Pareciera que hay otras cuestiones a considerar, entonces que no se limitan a las dificultades de la sociedad de dónde venimos los inmigrantes:
en este mundo más floreciente económicamente, también hay pérdida de marcos de referencia, también hay menor compromiso hacia la vida familiar y la construcción de la pareja… Tal vez haya que despejar todas esas cuestiones, anche el rápido cambio en el mundo actual, la era del zapping. (o del “toco y me voy”).
Una cosa le diría yo a Marc Molgat, y es que los jóvenes en nuestras sociedades no tienen tanto margen para volver sobre sus pasos si no hicieron las elecciones correctas. Nosotros venimos de un mundo donde el margen para la acción es tan estrecho que si no pudiste ver la opción adecuada en el momento justo… la pérdida puede ser grande. Eso nos coloca en un sistema de vida de mucho estrés.
Cosa que parece que no falta tampoco en esta sociedad, pero es tema para otro día…
Ustedes… qué opinan?
Amigos especiales de la casa
jueves, 5 de julio de 2007
Socorro, tengo un adolescente en casa!!!!
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